El West End encumbra a Jude Law
De 12/12/13
El West End encumbra a Jude Law
De niño bonito y estrella del celuloide a sólida figura del teatro. La madurez le sienta bien a Jude Law, erigido esta temporada en el nuevo rey del West End gracias a su interpretación de Enrique V sobre las tablas que ha rendido a la crítica británica a sus pies. “Rico en matices”, “magnético”, “imponente” son algunos de los elogios concitados por un actor que en los últimos años viene prodigándose en los escenarios de Londres, pero que sólo ahora ha logrado consolidar sus credenciales.
A punto de cumplir los 41 años y con más de 40 películas a sus espaldas, Law es un artista respetado en el gremio, que ha rodado con Spielberg, Martin Scorsese, Clint Eastwood o Sam Mendes, y cotizado alto en Hollywood. En la percepción del público del Reino Unido, sin embargo, siempre ha pesado más su condición de celebrity, de protagonista de una intensa vida privada escrutada a cada paso por las columnas de cotilleo: desde su matrimonio ya roto con la también actriz Sadie Frost (tienen tres hijos), a su brevísima aventura con una modelo americana que acabó en embarazo, pasando por el publicitado noviazgo con Sienna Miller en el que acabó interponiéndose la atractiva niñera de los retoños de Law. “Jude es un chico guapo con la mente de un hombre”, le describió en una ocasión el fallecido director Anthony Minghella para ilustrar cómo el atractivo físico del actor ejercía en cierto modo de injusto lastre en su carrera.
Bajo la dirección de su amigo Minghella rodó tres películas y acumuló dos nominaciones al Oscar (El Talento de Mr Ripley y Cold Mountain) apenas entrado en la treintena. Law era entonces uno de los intérpretes más solicitados por el cine, aunque no por ello abandonó del todo sus miras en el teatro que había cultivado desde su primera juventud. En años recientes, no obstante, la escena parece haberse convertido en una prioridad. Si bien sus últimos papeles como el marinero irlandés de Anna Christie (obra de Eugene O´Neill) o Hamlet le merecieron en general el favor de los expertos, ha sido ese Enrique V, también salido de la pluma de El Bardo, el que sella su consagración. Ha cosechado probablemente las mejores críticas de toda su singladura.
Su “fiel retrato de un héroe imperfecto” (The Guardian), de ese rey de la Inglaterra medieval que encarna los dilemas morales sobre el liderazgo, ofrece “una de las interpretaciones más ricas y detalladas de Enrique V que hemos visto en mucho tiempo”, según sentencia de The Telegraph. Tanto la prensa de rigor como los tabloides de tiradas millonarias han coincidido en subrayar que el actor habita literalmente los huesos del personaje y cobra especial brillo en la famosa arenga de Enrique V a sus tropas antes de enfrentarse a los franceses en la batalla de Azincourt. Con ese mismo rol que interpretaron en el cine Lawrence Olivier (1944) y Kenneth Branagh (1989), Jude Law ha convertido también en un inédito éxito de público las funciones de una obra que no suele encarar el teatro comercial.
A punto de cumplir los 41 años y con más de 40 películas a sus espaldas, Law es un artista respetado en el gremio, que ha rodado con Spielberg, Martin Scorsese, Clint Eastwood o Sam Mendes, y cotizado alto en Hollywood. En la percepción del público del Reino Unido, sin embargo, siempre ha pesado más su condición de celebrity, de protagonista de una intensa vida privada escrutada a cada paso por las columnas de cotilleo: desde su matrimonio ya roto con la también actriz Sadie Frost (tienen tres hijos), a su brevísima aventura con una modelo americana que acabó en embarazo, pasando por el publicitado noviazgo con Sienna Miller en el que acabó interponiéndose la atractiva niñera de los retoños de Law. “Jude es un chico guapo con la mente de un hombre”, le describió en una ocasión el fallecido director Anthony Minghella para ilustrar cómo el atractivo físico del actor ejercía en cierto modo de injusto lastre en su carrera.
Bajo la dirección de su amigo Minghella rodó tres películas y acumuló dos nominaciones al Oscar (El Talento de Mr Ripley y Cold Mountain) apenas entrado en la treintena. Law era entonces uno de los intérpretes más solicitados por el cine, aunque no por ello abandonó del todo sus miras en el teatro que había cultivado desde su primera juventud. En años recientes, no obstante, la escena parece haberse convertido en una prioridad. Si bien sus últimos papeles como el marinero irlandés de Anna Christie (obra de Eugene O´Neill) o Hamlet le merecieron en general el favor de los expertos, ha sido ese Enrique V, también salido de la pluma de El Bardo, el que sella su consagración. Ha cosechado probablemente las mejores críticas de toda su singladura.
Su “fiel retrato de un héroe imperfecto” (The Guardian), de ese rey de la Inglaterra medieval que encarna los dilemas morales sobre el liderazgo, ofrece “una de las interpretaciones más ricas y detalladas de Enrique V que hemos visto en mucho tiempo”, según sentencia de The Telegraph. Tanto la prensa de rigor como los tabloides de tiradas millonarias han coincidido en subrayar que el actor habita literalmente los huesos del personaje y cobra especial brillo en la famosa arenga de Enrique V a sus tropas antes de enfrentarse a los franceses en la batalla de Azincourt. Con ese mismo rol que interpretaron en el cine Lawrence Olivier (1944) y Kenneth Branagh (1989), Jude Law ha convertido también en un inédito éxito de público las funciones de una obra que no suele encarar el teatro comercial.
Comentarios
Debes iniciar sesión para publicar un comentario.
Conectarme